De la vida y del querer
Una obra – espectáculo de Teatro Musical, escrita y dirigida por Isidro Timón, inspirada y basada en la vida de Miguel de Molina, encarnado por Jesús Custodio.
La vida como ruido
“La vida como ruido, el ruido como vida”, cita nombrada en 1985 por Wolf Vostell, pone título a esta obra y pieza coreográfica inspirada en el universo sonoro del artista alemán
Soy Jesús Custodio
Bailarín y Coreógrafo
Comencé mi formación en ballet clásico desde muy temprana edad en el Conservatorio de Danza “El Brocense” en Cáceres, y más tarde, a los ocho años, ingresé en la escuela “Los Ángeles” en Madrid. He tenido el honor de aprender de maestros distinguidos como Antonio Canales y Rafael de Córdova.
Me gradué en danza española en el Conservatorio Profesional de Danza “Carmen Amaya” de Madrid, donde tuve el privilegio de actuar como cuerpo de baile y bailarín solista en el espectáculo “Romance”, dirigido y coreografiado por Juan José Linares para el Ballet Nacional de España.
Tras una larga experiencia profesional como compañía de danza – teatro, desde el año 2010, realizando diferentes obras y espectáculos, en el año 2018 creo en Extremadura La Barraca danza – teatro.
Esta compañía nace de la necesidad de recuperar y volver a conmemorar la propia esencia de aquel proyecto de Teatro Universitario La Barraca, que impulsó y dirigió el poeta y dramaturgo Federico García Lorca, junto a Eduardo Ugarte y otros intelectuales de aquella época.
Conoce mi obra
En gira desde 2018, con más de 50 representaciones
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Estrenada en 2021
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Estrenada en 2016
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Estrenada en 2016
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Estrenada en 2016
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Estrenada en 2011
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Estrenada en 2010
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lo que opina el público
FERNANDO COTTA, escritor. Aranjuez (Madrid) 5 de febrero de 2018
Tuve la suerte de conocer a los actores durante la inauguración y presentación de las Vías Literarias del Barrio de las letras en Aranjuez, para ser concreto en el Rana Verde. Ya en ese momento nos dieron una breve muestra de su talento, pero es que ayer, ¡Sí ayer domingo! con otro compañero y amigo de letras nos llevamos una grata ¡qué digo grata! Excelente y maravillosa sorpresa.
La obra de teatro en sí, reivindica a Lorca, al de toda la vida me refiero, cuando en sus periplos acercando el teatro al pueblo representaban las funciones de Lope de Vega, Cervantes o Calderón.
Exquisito el momento, y lo digo como mandan los cánones, no los míos, sino de quienes disfrutan del ingenio en escena y aportan arte, destreza y actitud en su justa y acertada proporción y equilibrio.
La Barraca es en su esencia el resultado de la vocación, afición, y maestría sobre las tablas de un teatro. En esta ocasión tuvo la suerte, y lo digo tal y como se lee y escribe el Teatro Real Carlos III de Aranjuez.
Me comentó el otro día Joaquín de El Rana Verde, que, en esta bella e histórica villa, sus paisanos preferían ir de visita por Madrid para disfrutar de los menesteres de la representación en vivo y en directo, pues en esta ocasión, querido amigo, se llenó hasta no entrar nadie más. El público entregado a los actores aplaudía cada escena, como si de Fuenteovejuna se tratara, y no era para menos, ganas, estilo, gracia y saber hacer sobre un tablado en un paisaje que bien lo merece.
Acertaron quienes fueron, ¡Vaya que sí! tanto que no había manera de saludar a los dueños del momento para entregarles la enhorabuena a mano o con un par de besos. Por ello y el espectáculo que viví este domingo, les recomiendo que asistan y sigan a esta compañía por donde quieran que vayan, disfrutarán de lo lindo, ¡se lo digo yo!
¡Chapó, chapó y chapó a La Barraca!
DESIDERIO CORRALES, escritor y crítico de arte y teatro. Alcúescar (Cáceres) 7 de diciembre de 2019
Cuando vi llegar a los artistas esta noche a la entrada de la Casa de Cultura de Alcúescar, ya vestidos y maquillados, me dio un vuelco el corazón. Los saludé y fue igual que si volviera a otro tiempo.
La gente iba acudiendo lentamente como si el espectáculo no fuera con ellos.
Pero ustedes no conocen la pasión de este pueblo por el teatro. Y el aforo se llenó para asistir a algo mágico, diría casi milagroso. Para ver a Federico García Lorca convertido en un hombre orquesta que baila, canta, actúa y emociona en su papel, como si en ello se le fuera la vida. Y así es que pocas veces vi a alguien tan identificado y enamorado por un mito.
El escenario, tan austero con su cortinaje negro y tres sillas de madera pintadas de rojo, da una profundidad y simbología a la acción que sobre él se desarrolla.
Y lo que ocurre es ver bailar el alma del poeta mutada en un heraldo que nos recuerda las maravillas del retablo de nuestro teatro clásico español. Lope, Calderón y otros nombres eximios de la escena se hacen presentes por ensalmo en carne vibrante, mientras finas gotas de sudor perlan su frente en el frenesí de la danza.
Hay que verlo interpretar los distintos números cambiando de registro y atuendo.
Como si adivinara la tragedia, el artista abandona sobre las tablas en figura doliente o mártir exánime recordando a El Caballero de Olmedo.
Pero también transformado en alegría de la fiesta flamenca, Anda Jaleo, y luchan por conseguirlo. Que excelentes bailarinas.
En fin, un disfrute visual y musical que hizo que el público emocionado despidiera a los tres artistas y actores como es tradicional, puesto en pie con aplausos calurosos.
Larga vida al teatro y a la cultura como dijo Jesús Custodio o Federico, no sé, porque hoy eran la misma persona.
La obra de teatro en sí, reivindica a Lorca, al de toda la vida me refiero, cuando en sus periplos acercando el teatro al pueblo representaban las funciones de Lope de Vega, Cervantes o Calderón.
Exquisito el momento, y lo digo como mandan los cánones, no los míos, sino de quienes disfrutan del ingenio en escena y aportan arte, destreza y actitud en su justa y acertada proporción y equilibrio.
La Barraca es en su esencia el resultado de la vocación, afición, y maestría sobre las tablas de un teatro. En esta ocasión tuvo la suerte, y lo digo tal y como se lee y escribe el Teatro Real Carlos III de Aranjuez.
Me comentó el otro día Joaquín de El Rana Verde, que, en esta bella e histórica villa, sus paisanos preferían ir de visita por Madrid para disfrutar de los menesteres de la representación en vivo y en directo, pues en esta ocasión, querido amigo, se llenó hasta no entrar nadie más. El público entregado a los actores aplaudía cada escena, como si de Fuenteovejuna se tratara, y no era para menos, ganas, estilo, gracia y saber hacer sobre un tablado en un paisaje que bien lo merece.
Acertaron quienes fueron, ¡Vaya que sí! tanto que no había manera de saludar a los dueños del momento para entregarles la enhorabuena a mano o con un par de besos. Por ello y el espectáculo que viví este domingo, les recomiendo que asistan y sigan a esta compañía por donde quieran que vayan, disfrutarán de lo lindo, ¡se lo digo yo!
¡Chapó, chapó y chapó a La Barraca!
MARÍA JOSÉ VERGEL, Concejala de Cultura de Torrejoncillo, Cáceres. 25 de enero de 2020.
Llegó para instalarnos la alegría. El mismísimo Carro de Tespis, se puso de nuevo en marcha y nos trajo la ilusión del teatro primigenio. Federico y Jesús Custodio son dos seres de luz que llegaron para embriagarnos las horas grises de este tiempo de invierno. Durante la hora y media que duró el espectáculo, puedo dar fe que Federico habitó entre nosotros. Teatro, cante y danza, perfecta simbiosis para echar de nuevo a los caminos a los barracos y barracas que creen, y así lo transmiten, que el teatro es alimento esencial para el pueblo. Un pueblo que ama y defiende el teatro es un pueblo vivo. Un pueblo que ama el teatro no puede dejar de latir con lo que sucedió anoche, de manera tan real, encima del escenario.
Anoche en el Teatro Alkázar de Plasencia, Federico estuvo en cuerpo y espíritu. Cuando las cosas se hacen desde las mismísimas entrañas, sucede que la magia y el recuerdo se hace carne. Recordar es pasar por el corazón, es poner a latir la memoria. Federico abandonó el frío telúrico de los barracos y barrancos y se puso a tirar del Carro de Tespis con Custodio y su compañía.
La Barraca se pone de nuevo en marcha para llevar por nuestros pueblos el milagro del teatro, el milagro de la vida.
Larga vida a los cómicos, que aún conservan el espíritu de aquellos barracos y barracas, que creyeron que el teatro era y es capaz de transformarnos y transformar el mundo.
SOLEDAD FALERO, Profesora de Lengua y Literatura. 25 de enero de 2020
El Teatro Universitario de La Barraca, fundado durante la Segunda República Española por García Lorca y Eduardo Ugarte fue una gran conquista para la democratización de la cultura.
Con su vieja camioneta y mucha ilusión, unos cuantos locos soñadores llegaban a las plazas de los pueblos más remotos y representaban obras del teatro clásico español como Don Juan Tenorio o Fuenteovejuna.
Con la llegada de la guerra este proyecto, como tantos otros, quedo relegado y en el olvido.
Anoche la Compañía de Jesús Custodio me hizo transportarme en el tiempo, volver a esas plazas de los pueblos y sentir que las grandes obras pueden y deben ser disfrutadas por todos.
Con elegancia, buen gusto y una exquisita puesta en escena, este extremeño y todo su grupo han sabido captar la verdadera esencia lorquiana, su pensamiento y el espíritu de su aventura pedagógica.
J. J. GUILLÉN
El pasado sábado asistimos en Arroyo de la Luz a un espectáculo del maestro Jesús Custodio LA VIDA COMO RUIDO. EL RUIDO COMO VIDA, y por supuesto a nadie dejó indiferente. Yo sabía ya del «buen hacer» de Custodio, que, a parte de un nombre precioso y una personalidad arrolladora, demostró una vez más en el escenario que el trabajo duro, la investigación activa en raíces y vanguardias, las fuerzas en los objetivos y la capacidad de evolución y sacrificio marcan la diferencia entre el potencial que uno pueda tener latente y la resolución de un acto artístico de altos vuelos con genialidad que subyace en cada uno de sus movimientos. Esta genialidad se nota, se palpa en cuanto se descubre a través de su mirada una conexión con cada uno de los asistentes, con el público entero, que rezumaba en todo momento comprensión y armonía y expectación máxima. Una apuesta arriesgada y sin embargo perfecta en la ejecución. Digo que el público «comprendía» y es que no es fácil lo que hizo Jesús. La reinterpretación de aspectos sonoros de Vostell que fusionó con su arte, hacía de neurona conectora entre el Universo Vostell y los espectadores de la obra de Jesús. El bailaor, magnífico trabajando con atmósferas, posiciones imposibles, imágenes lorquianas, sudor propio (y, en definitiva, muchísimo arte) nos puso en la boca las mieles de la siempre figura perturbadora de Vostell, haciéndonos comprender y asimilar una obra que pudiera parecer lejana e imposible de encajar y fusionar con figuras flamencas, y que sin embargo se demostró en magistral comunión de Vanguardias.
Mi experiencia en particular no pudo ser más impactante. A medida que avanzaba el tiempo iba planteándome qué habríamos sacado en claro cada uno de nosotros. Estoy seguro de que a cada cual se le movieron luces y se le tocaron teclas diferentes, pero para todos fue una experiencia magnífica. Y es que eso tiene el Arte; algo nos mueve. Fue fantástico, Jesús Custodio con todo el arte propio que lleva dentro es capaz de explicar con su cuerpo, como si fuera una conversación con nosotros, lo que él ha entendido y experimentado de Vostell todos estos años y así poder experimentarlo también los demás a través de él. GRACIAS.